lunes, 20 de enero de 2014

EL IMPERIO DEL AMOR , POEMA DE JUVENAL BAROLO.


El Imperio Del Amor.
Cuando en éste mundo impere el amor
en el corazón de los seres humanos
habrá quedado atrás un gran dolor
y solo será un mal recuerdo lejano.
I
Cuando en éste mundo impere el amor
No habrá niños tristes y desnutridos
no sufrirá más nuestro tierno corazón
y a Dios alabaremos todos muy unidos.
II
Cuando en éste mundo impere el amor
Habrá fiesta de ángeles en el cielo, nos
abrazará nuestro amado salvador y
será nuestro amoroso y gran  consuelo.
III
Cuando en éste mundo impere el amor
Cantaremos un hermoso himno sagrado
La amistad tendrá su verdadero valor,
No habrá más matrimonios separados.
IV
Cuando en éste mundo impere el amor
No existirán las cruenta guerras y
en el campo del soberbio honor
se terminará la lucha por la tierra.
V
Cuando en éste mundo impere el amor
Los trabajadores vivirán dignamente,
El hambre dejará de ser el gran horror
que hoy azota con dolor tristemente
VI
Cuando en éste mundo impere el amor
Terminará el desprecio el desprecio por las razas
Seremos todos un  solo y  unido corazón
dejará el orgullo su terrible amenaza.
VII
Cuando en éste mundo impere el amor
Será el fin de un triste y grave mal,
Se terminará para siempre  el temor
pero será una gran fiesta universal.
Yo soy la voz de uno que clama en el desierto.


Autor: Juvenal Barolo
Derechos Reservados.






martes, 7 de enero de 2014

POEMA LA GENTE QUE ME GUSTA , MARIO BENEDETTI

LA GENTE QUE ME GUSTA
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite, huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de si, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.


Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto. 
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
 
A éstos los llamo mis amigos.


Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. 
La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. 
La gente que nunca deja de ser aniñada. 
Me gusta la gente que con su energía contagia

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera. 
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. 
La gente que lucha contra adversidades. 
Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni como lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen. 
Me gusta la gente que tiene personalidad

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la Fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, la humildad, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE. 

MARIO BENEDETTI











viernes, 3 de enero de 2014

SINFONÍA EN GRIS MAYOR POEMA RUBÉN DARÍO.

Sinfonía en gris mayor

El mar como un vasto cristal azogado

refleja la lámina de un cielo de zinc;
lejanas bandadas de pájaros manchan
el fondo bruñido de pálido gris.

El sol como un vidrio redondo y opaco
con paso de enfermo camina al cenit;
el viento marino descansa en la sombra
teniendo de almohada su negro clarín.

Las ondas que mueven su vientre de plomo
debajo de muelle parecen gemir.
Sentando en un cable, fumando su pipa,
está un viejo marinero pensando en las playas
de un vago, lejano, brumoso país.

Es viejo ese lobo. Tostaron su cara
los rayos de fuego del sol del Brasil;
los recios tifones del mar de la China
le han visto bebiendo su fracaso de gin.

La espuma impregnada de yodo y salitre
ha tiempo conoce su roja nariz,
sus crespos cabellos, sus bíceps de atleta,
su gorra de lona, su blusa de dril.

En medio del humo que forma el tabaco
ve el viejo el lejano, brumoso país,
adonde una tarde caliente y dorada
tendidas las velas partió el bergantín…

La siesta del trópico. El lobo se aduerme.
Ya todo lo envuelve la gama del gris.
Parece que un suave y enorme esfumino
del curvo horizonte borrara el confín.

La siesta del trópico. La vieja cigarra
ensaya su ronca guitarra senil,
y el grillo preludia un solo monótono
en la única cuerda que está en su violín.

Autor. Rubén Darío.